Los aumentos en combustibles – Parte I

Los aumentos en combustibles – Parte I

Combustibles minerales vs combustibles biológicos

Tras la interrupción del #PlanAlconafta (hecho que impidió a la Argentina desarrollarse en el tema como lo hizo Brasil), una oferta interna #sustentable de combustibles de base biológica permitió que la producción despegue a partir del mandato de uso en mezclas con combustibles minerales ejecutado en 2010. La realidad es que los objetivos principales de esta norma estuvieron lejos de reducir el precio de los combustibles en surtidor; sino que pasaron por la promoción de una oferta de #CombustiblesBiológicos para reducir la #HuellaDeCarbono y los efectos dañinos sobre la salud. Hay que tener en cuenta que el proceso vinculado a la siembra, cuidado del cultivo, cosecha, almacenamiento y transporte de las materias primas agrícolas obtenidas para luego emplearlas en la producción de #biocombustibles, termina siendo más costoso que las actividades vinculadas al upstream y midstream del #petróleo.

El petróleo es producido por la naturaleza desde hace millones de años y, su desarrollo, en nuestro país ya lleva más de 100 años, mientras que el de los biocombustibles se potenció los últimos 14 años y, lógicamente, aún no alcanzó su madurez. Por otro lado, en relación a la característica como biocombustibles limpios, en Argentina, estos están fuera del alcance de los Impuestos a los Combustibles Líquidos y el CO2 (algo similar ocurre con el gas vehicular); mientras que, los #CombustiblesMinerales sí lo están, salvo el fuel oil con relación al Impuesto a los Combustibles Líquidos y una cuota anual de gasoil importado para generación eléctrica en ambos tributos, por los daños al ambiente y a la salud pública que generan los mismos. Cabe destacar que esa diferencia de encuadre tributario impacta positivamente en el consumidor.
 
Son muchos los profesionales que defienden a los combustibles minerales y que atacan a los biocombustibles, pero ellos emiten mencionar las desgravaciones que gozan el gas vehicular y el gasoil importado para generación eléctrica y la del fuel oil. Además de no mencionar los subsidios y su respectivo costo fiscal que habitualmente se otorgan a los hidrocarburos, como el relacionado al vigente Plan Gas, lo que convierte a su opinión totalmente imparcial.
Desde enero de 2010 hasta fines de 2020, el precio de la nafta tuvo un incremento del 70 % y el del gasoil un 60 % más con relación a la suba de precios del bioetanol y biodiesel, respectivamente, sin mencionar los aumentos del corriente año. Este retraso de precios, arrincona a la industria de biocombustibles que abastece al mercado interno, llevándola a su extinción.
 
 
A modo de balance, a lo largo de la última década y gracias al efecto de las desgravaciones impositivas, los biocombustibles no resultaron más caros que los combustibles minerales que complementaron. Y, algo no menor, es que sus precios se vuelven más favorables para los biocombustibles, si computamos el muy excesivo plazo de pago que habitualmente toman los refinadores de petróleo para pagar en medio de una inflación muy elevada y de gran inestabilidad cambiaria.
Un gran sector de los refinadores de petróleo y de sus asesores buscan que el Estado grave a los biocombustibles. Este planteo injusto atenta contra la industrialización del país y pone a los biocombustibles en desigualdad de condiciones frente a los combustibles minerales. Cuando, además, dichos tributos fueron creados para castigar la contaminación ambiental y los efectos dañinos en la salud.
 
*Información brindada por la Bolsa de Cereales de Rosario.

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